Vistas de página en total

miércoles, 2 de abril de 2014

EXCURSIÓN DE TORREGARCÍA A CABO DE GATA

Os propongo esta excursión como actividad sana y a la vez educativa.
Consta de 16 km y una duración de unas 4 horas.
Recomiendo evitar las horas de máxima radiación solar (ya que no hay ni una sombra en todo el camino), llevar agua potable, algo de comer y una cámara de fotos.


 Dejaremos el coche en la ermita de Torregarcía. Para llegar hasta aquí es bastante sencillo. Al pasar Retamar en dirección Cabo de gata,  a mano derecha hay un camino que nos lleva hasta la ermita.
Al llegar a este punto, giramos a la derecha.
Una vez en la zona aparcamos el coche y nos paramos a contemplar la ermita.



Esta peculiar ermita, fue construida a mediados del siglo XX, en su interior alberga un mosaico de La Virgen del Mar, patrona de Almería. El estilo arquitectónico podríamos catalogarlo en el Movimiento Indaliano.
 A pocos metros nos encontramos la torre atalaya homónima, en el lugar exacto donde Andrés de Jaén encontró una talla de la Virgen en 1502.
 Una lápida nos recuerda el suceso:

El 21 de diciembre de 1502, trajeron aquí las olas milagrosamente la imagen de la Santísima Virgen del Mar, que recogida por el vigía Andrés de Jaén, testigo de su venida, fue por lo  mismo colocada en esta Torregracía en donde primeramente recibió veneración, hasta que se llevó a la ciudad almeriense que había de aclamarla después por su patrona y que le ha tributado y le rinde fervoroso culto.
En una de las crónicas de la época, el mismo vigía cuenta cómo fue el encuentro:
"Vi una luz milagrosa que, como una aurora boreal, iluminaba el cielo, y sobre el mismo lugar que descansó la virgen al llegar a la playa, nacieron limpias y blancas las azucenas".
 La imagen de la Virgen está tallada en madera de nogal policromada, es de la escuela catalana y pertenece a finales del gótico francés.

Nuestra Señora del Mar. foto: es.wikipedia.org
Posiblemente esta imagen iba en el camarote de algún barco catalán que fue asaltado por piratas berberiscos frente al Cabo de Gata. Parece ser que alguien separó la imagen  del soporte original a hachazos y la arrojó al mar, pues presenta cortes en la parte de la cabeza y la espalda. Las olas la llevaron hasta esta playa, donde fue hallada por el mencionado vigía.

A pocos minutos de la torre nos encontramos con una antigua factoría romana de salazones. En este lugar parece ser que hubo un asentamiento romano, al lado de la playa, en el cual se salaba el pescado para abastecer a las antiguas legiones romanas.


A partir de este punto nos adentramos en un curioso paisaje formado por arbustos que presentan un aspecto almohadillado; se trata de un azufaifar, el mayor de todo el Parque Natural. Este ecosistema es el máximo exponente de la vegetación riparia en ambiente semiáridos del sureste peninsular.
 El azufaifo (Ziziphus lotus) también llamado arto, es un arbusto espinoso de densa ramificación zigzagueante que forma grandes masas hemisféricas en los llanos arenosos y cauces de algunas ramblas. Esta planta vive en las zonas más áridas del Mediterráneo. Sus raíces llegan hasta la capa de agua subterránea, donde se acumula la  poca agua que filtran las ramblas que a modo de pozo alimenta a estas plantas.
Sus espinas son hojas modificadas para reducir la pérdida de agua y a la vez le sirven de defensa ante los animales.
A parte de estos mecanismos de adaptación, constituyen un original ecosistema. Debido al intrincado ramaje y su forma hemisférica pegada al suelo, fijan las partículas arrastradas por los fuertes vientos que soplan en este lugar, creando elevaciones que emergen de la superficie del suelo alcanzando hasta el metro y medio de altura. También facilitan la condensación del agua en todo su perímetro y dan sombra, acogiendo así a un nutrido grupo de animales y vegetales que se cobijan bajo sus ramas.
En un área ocupada por una sola planta, se pueden encontrar hasta medio centenar de otras especies vegetales que se sitúan al amparo de este arbusto protector.

tras la observación de este bello y frágil ecosistema, retomamos nuestro paseo.

No hemos caminado mucho cuando nos encontramos ya en la Rambla de las Amoladeras. Aquí llama nuestra atención, rambla arriba, la presencia de una torre de piedra. Se trata de un pozo de agua dulce. En las inmediaciones son frecuentes los lirios marítimos que con su aroma endulzan el aire que respiramos.

Pozo de agua dulce
Mirando la rambla hacia arriba y a la derecha podemos observar a lo lejos un bonito paisaje de pitas que se recortan en el cielo azul del fondo.
Multitud de aves esteparias son asiduas visitantes de estas zonas que estamos atravesando. Pues nos encontramos en la Reserva Ornitológica de Las Amoladeras. La reserva ocupa un total de 900 hectáreas.
Por aquí podemos observar el camachuelo trompetero, el único lugar de Europa donde podemos encontrar esta rara especie. 
No es recomendable salirse del camino por esta zona, ya que en época de nidificación muchos huevos están en el suelo y podemos pisarlos.
Continuamos el recorrido sin salirnos del camino, por este amplio territorio llano y arenoso, cuajado de dunas. A nuestra derecha queda ahora la playa de las amoladeras y a nuestra izquierda las pitas exhibiendo sus elegantes tallos floridos.
Después de haber caminado unos 15 min. desde la rambla de las amoladeras, se nos presentan a nuestra izquierda unas llamativas dunas acompañadas de unos cañaverales. En estas dunas se rodó parte de la película "Lawrence de Arabia".
Tras contemplar este escenario seguimos la marcha acompañados de una serie de dunas que se extienden entre el camino y la playa.




Al poco tiempo llegamos a una zona encharcada, que se encuentra en plena Rambla de Morales.
Aquí podemos observar un magnífico paisaje de tarajes y sosas que junto a las amapolas marítimas realzan el colorido del entorno.
Atravesamos esta rambla bordeándola y continuamos hasta llegar a unos cañaverales cercanos a unos invernaderos. 
Desde aquí seguimos hasta alcanzar el núcleo urbano de Cabo de Gata, donde podemos disfrutar de una cervecita en alguno de sus bares y retomar fuerzas para emprender el camino de vuelta.

martes, 1 de abril de 2014

EL CERNÍCALO

Si prestamos atención, no es difícil encontrarse con el cernícalo por todo el parque.



Su nombre científico es Falco tinnunculus. Como su nombre indica es un ave falconiforme. De las rapaces de menor tamaño que nos podemos encontrar.
 Suelen hacer sus nidos en los acantilados, aunque no es extraño encontrárselos en el suelo. (por eso siempre es recomendable no pisar fuera de los senderos marcados, ya que muchas aves anidan en el suelo y podemos pisar sin querer polluelos o huevos).
 El cernícalo debe su nombre a su forma de cazar. Permanece en el aire a la espera de avistar una presa (cerner), y cuando esto ocurre se lanza en picado hacia ella. Se alimenta de roedores, reptiles, insectos y anfibios.
 La época de reproducción es en primavera. La hembra se ocupa de incubar, mientras el macho se dedica a llevarle la comida.


foto: www.nonstop.es

Cuando los huevos eclosionan el macho sigue siendo el responsable de alimentar a su familia, más tarde la hembra se suma a esta tarea debido a la voracidad de sus polluelos y a su rápido crecimiento. En el periodo de un mes, los polluelos ya deberán haber aprendido a valerse por sí mismos y abandonarán el nido.  A la siguiente primavera ya serán sexualmente maduros y buscaran una pareja con la cual poder procrear.

EL PLAYERITO BLANCO

Muchas veces cuando vamos a la playa de Las Salinas en invierno, nos encontramos con estas simpáticas avecillas corriendo por la orilla arriba y abajo tras las olas.



Son los playeritos blancos o correlimos tridáctilos (Calidris alba).
 Acuden a las orillas en bandadas en busca de alimento (pequeños moluscos y organismos arenícolas) que las olas remueven  y sacan a la superficie donde son capturados con el pico, perfectamente adaptado para ello.
 Se las suele ver acompañadas de otras aves limícolas.
Si estamos quietos y callados se acercarán a nosotros
y podremos disfrutar de su compañía a escasos metros.